https://www.facebook.com/nonoscallaranEC?ref=hl
domingo, 22 de junio de 2014
Comunicado: El Comité de familiares, amigas y amigos de gente en prisión
El Comité de familiares, amigas y amigos de gente en prisión, es una organización de personas afectadas por la violencia penitenciaria.
Somos personas solidarias con la gente que vive un encierro llevado hasta lo insoportable por el nuevo régimen penitenciario. Somos gente que actúa desde la cercanía cotidiana con personas encerradas, no desde la distancia cruel de los despachos. Somos personas que conocemos muy de cerca esta realidad.
Denunciamos el nuevo régimen penitenciario porque produce enorme sufrimiento humano e intensifica la violencia dentro de las prisiones, al punto de que además de angustia, ha provocado más de un acto suicida y más de un asesinato entre hombres cuya vida es responsabilidad del Estado debido a que están presos. Denunciamos la crueldad penitenciaria contra los hombres y las mujeres presas, y la violencia que produce.
Denunciamos el nuevo régimen penitenciario porque se está implementando sin tener en cuenta el difícil trabajo de acompañamiento y cuidado que hacemos las mujeres familiares como allegadas de gente presa y como cabezas de hogar de familias afectadas directamente por la pobreza y la prisión.
Denunciamos este régimen porque daña la vida de los niños y las niñas afectados por la distancia, las requisas y muchas otras formas de violencia. Más todavía para aquellas criaturas de mujeres presas a las que el Gobierno les ofrece la solución cruel de separarles de sus madres. Denunciamos que violentando a los niños y a las niñas, este Régimen produce dolor, resentimiento infantil, violencia social y prisioneros del futuro.
Sabemos que ningún derecho, ninguno, en ningún momento de la historia, ha sido regalado, sino resultado de la organización. No esperamos generosidad del Gobierno, ni nos conformamos con promesas ni migajas.
INVITAMOS A FAMILIARES, AMIGAS Y AMIGOS, A QUIEN QUIERA HACERLO, A INTEGRARSE A LA ORGANIZACIÓN.
Pag Facebook: https://www.facebook.com/nonoscallaranEC?ref=hl
Nuestros presos
¿Qué está pasando en las cárceles del Ecuador?
Si no protestamos ahora, vamos a sacar a nuestros familiares muertos
–Esposa de un preso
Estoy en un salón de clase, como casi todos los días, pero el ambiente es poco común.
Hay más personas que sillas, y las que no
la tienen, se sientan bajo la pizarra, en el suelo muchas están paradas.
El salón está abarrotado y nadie es estudiante. Tampoco estoy para enseñar. Algunas
personas hablan y lloran. Todas sufren y su dolor
se siente.
La gran mayoría de personas tienen en común que son familiares de presos y que son
mujeres: esposas, abuelas, hijas, nietas. Estaba ahí porquequería saber
de primera mano lo que pasa en las cárceles de
Ecuador. El discurso del presidente y los remitidos de prensa delos ministros, poco cuentan ya para mí. Quería escuchar la voz de estas mujeres.
“Todo fue sorpresivo”, cuentan refiriéndose al traslado de unos
presos de una cárcel de Quito a otra en Latacunga que aún no está terminada.
Ellas fueron con las compras de siempre a la cárcel, pero ya no pudieron
entrar. Nadie les informó. Trescientos cincuenta y un presos fueron trasladados
a una cárcel en Cotopaxi. Muchas mujeres no han podido visitar a sus presos
porque no tienen plata. Las que pudieron llegar, escucharon las quejas y los
lamentos de sus seres queridos, en visitas que duran algo más de una hora.
Una mujer dice que no reconoció a su esposo. “En lugar de un
hombre, parecía un guagua malcriado. Tenía un uniforme que parecía payaso”.
Estaba flaco y demacrado y no llevaba medias.
– ¿Por qué estás sin
calcetines?, le preguntó.
–No tenía papel higiénico y
los usé para limpiarme.
– ¿Y dónde están tus
calcetines?
–No los he podido lavar
porque no hay lavandería –dijo el hombre–. No hay agua ni hay jabón.
“¡Hasta las chancheras se lavan!”, dice
la mujer en el salón de clases en que nos hemos reunido, una tarde de marzo de
2014, en Quito.
Una por una van hablando de “nuestros presos” aunque el ministerio les llame privados de libertad (PPL)
y a las cárceles “Centros de Rehabilitación”, que el cambio de nombre no
les da una gota de dignidad–. “Uno pasa hambre junto a
ellos: la comida apenas alcanza para una persona,
no dejan entrar alimentos y no hay donde cocinar ni tampoco laposibilidad de comprar comida”.
Otra dice que el trato es inhumano porque pasan veinte horas encerrados y
se van a volver locos. Los presos pasan hambre, frío, sed –solo
les dan medio litro de agua al día–.
No tienen luz y les hacen ducharal aire libre con agua fría, que a veces se corta y
se quedan jabonados. Cuando se quejaron del agua fría,
les explicaron que los habitantes de la zona tienen esa costumbre.
“! Qué me importa que la gente se bañe en agua fría o una vez por semana!
Mi marido tiene derecho a estar limpio”. Otra persona cuenta que les dieron dos calzoncillos y
dos pares de medias, y que losusan sucios porque no tienen dónde ni con qué lavarlos. Una abuela dice que preferían el
penal de Quito porque ahoraestán peor y lejos. Otra dice que hay enfermos, incluso con VIH-SIDA, que no están recibiendo medicinas. Una señoracuenta que no tienen idea
de cómo está funcionando el plan para las personas que tienen síndrome de abstinencia y quesolo
les tratan una crisis cuando se sabe que hay muchas más.
Otra sostiene que los derechos humanos deberían ser la bandera de lucha de
la izquierda y que si siguen mintiendo sobre la situación de “nuestros” presos,
hay que decir que el ministerio que organiza las cárceles debería llamarse “Ministerio de
la Injusticia”.
Habla una viuda. Cuenta que su marido falleció en
la cárcel. Llora. Dice que por protestar para tener más visitasfamiliares y encuentros íntimos (tenía una al mes),
le pusieron en máxima seguridad, que más bien significa “máximomaltrato”,
y que por seguir protestando, le golpearon. Finalmente, murió en
el área de cuidados intensivos con el 80% del cuerpo lacerado por las llamas
(El Universo,
15/02/14). Es decir, murió quemado. Ahora dice que ella sigue en
la lucha porque no quiere que a otras personas
les pase lo mismo. Su caso es la prueba de que “si no protestan ahora,
van sacar a nuestros familiares muertos”.
¿Para qué, entonces, los derechos reconocidos en la
Constitución? Precisamente por esos derechos, sabemos que se trata de una
realidad de violación de derechos, que el estado no está cumpliendo con sus
obligaciones ante los más marginales de la sociedad, que tanto los presos como
sus familiares no están pidiendo favores sino exigiendo derechos y trato digno.
Ojalá no se cumpla la advertencia de una de las mujeres:
“Cuántas vidas más tendrán que morir para que nos escuchen.” Y ojalá también la
cárcel no sea, como decía otra persona “el caldo de cultivo donde se están
formando los más resentidos del país”. Por favor Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, Defensoría del Pueblo, jueces y juezas, Presidente, Director
Nacional de Rehabilitación, escuchemos este clamor popular y no seamos
insensibles.
Constitucionalista andino
Marzo 2014
Marzo 2014
jueves, 5 de junio de 2014
FUTURO PENITENCIARIO, MANIFIESTO DESDE LA INFANCIA ENCARCELADA
Mayo
2014
El nerviosismo nos desborda, no logramos
creerlo, CIENTOS DE MUJERES DEBERÁN DEJAR ATRÁS SUS PERTENENCIAS Y MEDIOS DE
VIDA, todo aquello que con tanta dificultad
consiguieron para mantener a sus hijas e hijos adentro y afuera de la
cárcel. La amenaza es inminente, el
pasado mes de abril, las familiares, amigas y amigos de la gente privada de su
libertad vimos estupefactas como se llevaban a nuestros hijos, padres,
hermanos, amigos al Centro Regional de Cotopaxi. El panorama se dibuja aún
más macabro con el traslado de las internas del Inca pues ello significa la
ruptura del vínculo entre las madres y sus pequeñas y pequeños, avizoramos una
crisis colectiva de la infancia. Todas sabemos que el traslado es el peor
castigo que le pueden hacer a una persona privada de su libertad pues significa
el alejamiento de sus afectos. Para los chiquitos y chiquitas, para los y las
adolescentes, la distancia significa la imposibilidad de contacto con su cariño
más entrañable.
La cárcel de mujeres ha estado en el
barrio del Inca por más de tres décadas, primero regida por las monjas del Buen
Pastor cuando las madres eran llevadas a trabajar fuera de la prisión y podían
salir a cuidar a sus hijos e hijas personalmente, en ese entonces, no habían
tantas presas. En los años ochenta, cuando el país se compromete a la consigna
norteamericana de combatir las drogas, dejando de lado el combate de la
injusticia estructural, la desigualdad y la pobreza, el Estado decide que los niños y las niñas pueden permanecer en
prisión sólo hasta los 12 años. Entonces, muchos empiezan a crecer en asilos,
fundaciones caritativas, centros para menores, en donde frecuentemente eran y
son maltratados. En el 2007, horrorizado por la infancia que crece en las
prisiones pero indolente ante las largas condenas que deben enfrentar las
madres empobrecidas, el gobierno
emprende el proyecto “Niños Libres” entregando a familias ampliadas o
sustitutas los y las infantes que han cumplido los tres años de edad. La
ironía radica en que ante los grandes esfuerzos estatales, los pequeños y
pequeñas siguen escapando de asilos y familias impuestas para estar junto a sus
madres, buscando quedarse con ellas.
El ochenta por ciento de las mujeres
están encarceladas por narcotráfico, la ley dice que ese es delito de lesa
humanidad. Sin embargo, son ellas quienes en las calles se arriesgan al
comercio ilegal, enfrentan el chantaje y la persecución policial mientras dan
de lactar, consuelan el llanto y enseñan la superviviencia en esta dura vida.
Son ellas quienes con sus esfuerzos salvan las emergencias de todos los días,
quienes asumen el trabajo de cuidar la enfermedad, de proveer educación,
vivienda, el amparo social que el Estado está obligado a garantizar. Sin
embargo, son ellas mismas a quienes se señala como irresponsables mientras
nadie le reclama a ese mismo Estado, o a esa misma sociedad, sus
incumplimientos. Un nuevo despojo se avecina para hundir en la soledad a los más desprotegidos,
a las más desprotegidas. Este nuevo traslado significa distancia, lejanía pero
además, abandono masivo de la infancia.
Nuestro temor no es vano, la promesa del gobierno de mejorar el
sistema de rehabilitación social, se ha convertido en la concentración de
nuevas violaciones masivas y constantes de derechos humanos. Nosotras damos
testimonio del incesante sufrimiento experimentado en estos flamantes centros,
de muertes y suicidios por desesperación y angustia. Nosotras damos cuenta de
la escasez y baja calidad de alimentos, de la falta de cobijo, de agua potable,
de electricidad continua, de la desatención a enfermos de gravedad, a gente con
discapacidades y de edad avanzada. Nosotras damos cuenta de su incomunicación
por la ausencia de radios, de relojes, de teléfonos públicos, de la
imposibilidad de obtener libros, papel para dibujar o escribir o siquiera una
biblia; de la carencia de talleres para el aprendizaje de oficios, de trabajo,
de educación así como de la restricción al tiempo de visitas, de los cacheos
vaginales a nosotras y a nuestros hijos e hijas. ¡Confinamiento y martirio es
lo que tenemos! Con veinte horas de encierro y sin ver el sol a cualquiera le
quitan la creencia en un mundo bueno.
Nuestro testimonio es aquel que no
quiere ser escuchado por las instancias del Estado, por la tibia defensoría del
pueblo y el comité anti-tortura. Nuestro testimonio, es la evidencia de un
nuevo mundo subterráneo de terror penitenciario y por ello quieren acallar
nuestras voces. Preguntamos acerca de la perversidad del diseño y la
construcción de una ciudad entera para el castigo y con gesto de orgullo y
dependencia colonial, nos dicen que se ha seguido el ejemplo del modelo
penitenciario francés, del estadounidense. No es de extrañarse pues en estos
países de políticas implacables se castiga a la gente negra, a nuestros
migrantes y, en este último, hasta existe la pena de muerte. La privatización
de las cárceles está ocurriendo, las familiares debemos pagar a una empresa
privada para que se pueda completar la insuficiencia alimentaria con comida
chatarra. Nuestros compañeros a quienes se les arrebató el trabajo ya no pueden
aportar al gasto diario. Nos asalta la duda ¿Cuáles son las empresas que viven
de las personas privadas de su libertad?, ¿quiénes se enriquecen con todo el
dinero invertido en la construcción de estos gigantescos infiernos?
Nosotros la población superflua, que
sobra, que no calza en sus modelos más que a través del palo y la pobreza, bajo
el riesgo de que con nuestra protesta nos castiguen con más garrote o con
quitándonos el derecho a la visita, nos preguntamos ¿cómo calzan las ciudades
de la penitencia en la matriz productiva? ¿Cómo hacen parte de los planes del
buen vivir? ¿Cómo harán para borrar la memoria de las almas torturadas en los
calabozos del ex-penal García Moreno y construir un hotel de lujo sobre sus
cimientos?
Estamos
conscientes de que en esta sociedad se cometen delitos atroces, no justificamos
el asesinato de mujeres, los delitos sexuales, menos aún contra los niños y
niñas, estamos en contra de cualquier tipo de violencia patriarcal y machista.
No obstante, quienes están en las prisiones no son los hijos de las élites sino
de la pobreza y la desigualdad instituida e histórica. Sabemos que se usan lo
crímenes más burdos para sembrar miedos y crear políticas de seguridad
ciudadana, para distraer la atención de otros escándalos políticos. Pero,
sabemos también que aún existe mucha gente sin sentencia, que se llevan a cabo
juicios expeditos que en tiempos récord firman largas y duras condenas,
equiparando justicia con castigo penitenciario.
Nuestros corazones palpitan, nos
pesan. Tristes, irritables, enojadas, desbordamos en llanto, guardamos silencio
como resignación porque no nos queda otra. El futuro es incierto. ¿Deberán
habitar nuestros pequeños y pequeñas estos centros de la infelicidad pura?
¿Dónde dejaremos a nuestros hijos, nuestras hijas?, ¿con la abuela, la madre,
la tía, la amiga? Todas ellas también empobrecidas. ¿Acaso con las familias
impuestas por el Estado?, ¿en que nueva institución de caridad?, ¿con quién?,
¿con quiénes irán a parar? Nuevamente, la pérdida del control de sus
circunstancias de vida se vuelve parte de la condena a nuestra pobreza. El
estado no entiende que los niños y las niñas necesitan se les garantice un
mundo bueno, que después de los tres años ellas y ellos siguen siendo nuestras
hijas e hijos porque donde quiera que estemos las madres seguimos siendo la
añoranza humana del hogar.
Sin un lugar propio en el mundo,
nuestra infancia corre el peligro de perderse en las calles, expuestas y
expuestos a todos los peligros. Al acercase a la adolescencia, ya no hay planes
ni lugar de acogida alguna, lo que les queda es la correccional. El Nuevo
Código Penal integral prevé ocho años de sanción para menores infractores,
¿serán estas nuevas ciudades del castigo el futuro de nuestros hijos? La cárcel
es matriz de la producción del dolor que se perpetúa por generaciones. Nuestros
hijos e hijas, caras de la exclusión más radical, son quienes acumulan la
injusticia y la violencia del Estado. La ciudadanía debe atreverse a pensar las
razones del crecimiento penitenciario.
Afirmamos que la cárcel es lugar
privilegiado para pensar la actual situación del país; aquí se aloja la gente
pobre, negra, chola, refugiada, extranjera en situación de emergencia. En
tiempos de criminalización de la protesta, es necesario comprender que
cualquiera puede dar a parar en las nuevas ciudades del castigo. Por ello
proponemos romper el aislamiento, entablar vínculos con la comunidad, alianzas
entre quienes estamos en distintos espacios de vulneración y resistencia:
mujeres privadas de su libertad y familiares, amigas, amigos, activistas, gente
sensible pues bajo este régimen la naturaleza tanto como la humanidad se hallan
en peligro y por tanto son asunto político.
Exigimos justicia social, sólo así
tendremos una sociedad libre de miedos y una ciudadanía segura. Exigimos que se
permitan veedurías independientes que observen la actual situación
penitenciaria sin restricciones ni pretextos seguritarios. Exigimos se
garantice no sólo agua, luz eléctrica y natural, cobijo, abrigo sino también el
vínculo afectivo a nuestras niñas y niños. ¡No es posible tener niños libres,
sin pueblos libres, sin madres libres! Es necesario entender que
encarcelamiento de las mujeres es el martirio de nuestra infancia; que otro
modelo de desarrollo no es posible sin un futuro post-carcelario en el cual la
prisión sea el último recurso.
Audio: testimonios de los familiares de las personas privadas de la libertad
Comité
de Familiares amigas y amigos de las Personas Privadas de su Libertad.
https://www.facebook.com/familia.pepe.5
Suscribirse a:
Entradas (Atom)